El Mal de la Tocata

Todo bien. Quizá como es de costumbre uno que otro error en el sonido, los micrófonos y las pistas. Pero en general el ambiente está saturado de hip-hop. Unas 200 personas moviendo el cuello y la cabeza al ritmo del bombo y la caja. Esporádicas "pelos lisos" rompen con el esquema, aunque de más está decir que no afectan en nada, y que incluso ayudan a la vista.

Breakers, Escritores, Raperos y Disk Jockeys unidos por una única causa, y no de beneficiencia, sino que sólo por amor al hip-hop, la música y el movimiento. Variadas agrupaciones buscando aplausos entre los monótonos cabeceos de quienes los presencian. Los nombran y suben a la tarima para conseguirlo. Algunos ya no necesitan ni decir algo genial para crear esa efervecencia anhelada, hoy por hoy son los 'abuelos'.

Lamentablemente hay algunos que gozan de experticia a la hora de arruinar esta clase de eventos. Y no hablo ni de carabineros ni de vecinos, sino de participantes. Los mismos que pagaron entrada, los mismos que minutos antes de meterse cualquier droga estaban disfrutando al igual que todos, los mismos que durante el día dicen 'sentir' el hip-hop. Pero ¿Es que necesitan llamar la atención? Decirle a todos que ellos están allí, que aman el rap. Y para eso no hay nada mejor que faltarle el respeto a todos los presentes, subirse al escenario, pegarle a quien mire extrañado y luego decir que "nadie entiende a los raperos de verdad". No, el hip-hop no es eso.